Hay perritos sin hogar que por sus propios medios consiguen un hogar, pero hay otros que van más allá y consiguen un trabajo. Así es la historia de Firulais, un adorable perrito callejero que logró tener un techo, comida y un trabajo.
El perrito llegó hace más de año y medio a la terminal de autobuses de Ejido en Acapulco, México, en busca de un refugio y un algo de comida. Allí se empezó a ganar la confianza de todos los trabajadores.
A medida que los días pasaban, estas personas se ganaron la confianza del peludito, el cual decidió quedarse allí y hacer de ese sitio su hogar.
Firulais se convirtió en el acompañante fiel de todos los checadores, choferes, boleteros y auxiliares, es por eso que hace unos meses le otorgaron un carnet que lo acredita como un un supervisor de ruta y un colaborador más de la terminal.